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8.12.10

Alonso Moleiro: Hugo Chávez, apuradito

Alonso Moleiro: Hugo Chávez, apuradito: "

No hay viviendas, no hay servicios, no hay seguridad, no hay educación ni desarrollo social. Lo único que hay es dinero. Con eso, el Presidente Chávez tiene margen para maniobrar: ha aprobado un estipendio en forma de subsidio a las familias damnificadas concebido para intentar no salir tan despeinado de todo este trance.
 
He hecho el Presidente un esfuerzo especial, bastante visible, por lo demás, para aparecer al frente de esta tragedia. Encadena la señal de todas las televisoras, reflexiona con los vecinos, ofrece soluciones, culpa al resto de la humanidad y recicla sus promesas. Una fanfarria cursilona, adulante hasta los límites de lo indigno, lo acompaña desde Venezolana de Televisión.
 
Personalmente no cuestiono, a diferencia de otros, que Chávez se empeñe con retratarse con los damnificados luciendo su traje de campaña. Puedo comprender que está haciendo su trabajo, que la población necesitada  tiene que saber que ahí hay un presidente. Este, por su parte, está trabajando apurado porque sabe que, con el reloj ahora en contra, el descontento ante su obra de gobierno está encaramado en todos los sectores urbanos importantes de este país.
 
Basta sólo figurarse como estaban las cosas en Venezuela en 1999, durante la tragedia de Vargas, para que la memoria le pase revista a aquel Chávez también vestido de militar, algunos kilos más delgado, esbozando las mismas promesas que hoy se saca del sombrero con la identica frescura.
 
Lo único que ha desnudado en toda su extensión este nuevo capítulo trágico ha sido el fracaso estrepitoso de prácticamente todos los proyectos bandera del gobierno, presentados al país en 1999 bajo la promesa de tener encaminada a la nación a la vuelta de unos diez años. Algunos, como el de la vivienda –el núcleo de ésta crisis- han sido tan estrepitosos que el gobierno ni siquiera los disimula.
 
Y mientras habla y pontifica, se empeña en desplazar en los demás sus propias falencias: los males de la población son culpa de la burguesía, del capitalismo, de la oposición. La culpa jamás será de sus 12 años frente al poder: dos períodos presidenciales durante los cuales, por circunstancias distintas, ha dispuesto de un poder casi absoluto, muy superior al de todos sus predecesores, con una renta petrolera desproporcionadamente amplia y un entorno internacional bastante favorable.
 
Comienza a percibir la población, como ha venido quedando demostrado este año, la repetición de ciertos ardides. Hugo Chávez se pone nervioso: arremete de manera desproporcionada en contra de Henrique Capriles, le da la espalda a la realidad institucional y constitucional del país, y repite, como si de tratara de un mantra, que sus adversarios “jamás volverán”.
 
Demasiado claras las costuras. Demasiado evidente los temores más profundos.

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